9 ago 2018
Techos de Galicia, Cantabria y País Vasco
Como explicamos en el post del Camino Portugués, nos llevamos las bicis en la furgo hasta Santiago, de manera que al acabar la pedaleada, podríamos disfrutar unos días del norte de la península.
Así, después de un par de días de descanso, colocamos las bicis en el portabicis, bien atadas porque ya no las íbamos a usar más, y nos fuimos hacia el macizo de Trevinca.
El techo de Galicia, en la provincia de Ourense, es la Peña Trevinca, o Pena Trevinca en gallego. Con sus 2127 metros, es el pico de mayor altitud tanto de Galicia como de la provincia de Zamora, ya que se encuentra en el límite provincial de Zamora y Ourense.
Durante el recorrido pasamos por la Ribeira Sacra, y fuimos a dormir a las canteras desde donde se inicia la ruta de ascenso al pico. El paisaje es bastante extraño, ya que estamos en medio de una gran explotación minera, pero al día siguiente todo cambia en cuanto hacemos el primer trozo de la excursión.
El recorrido no tiene ninguna dificultad técnica, y las vistas son muy buenas durante toda la ascensión. Además, tuvimos suerte con el tiempo y disfrutamos de un día radiante.
Únicamente vimos una pareja, que habian subido con un pequeño todoterreno hasta bastante arriba, y a media tarde ya estábamos de nuevo en la furgo.
Después de la Peña Trevinca, nos fuimos a la Costa da Morte, que en su día no visitamos porque no nos dió tiempo.
Esta vez, aprovechamos para visitar los acantilados de Vixía de Herbeira, que con 613 metros sobre el nivel del mar, son los acantilados con mayor cota de la Europa continental. También fuimos a la Estaca de Bares, que marca la separación entre el mar Cantábrico y el océano Atlántico, y constituye el punto más septentrional de España. Y como no, fuimos a sentarnos un ratito al banco más bonito del mundo.
También estuvimos en una playa de la Ría de Viveiro pueblecito costero, la Praia do Esteiro, donde había bastante ambiente surfero, coincidió que hacian un concierto, e incluso vimos como un brujo hacía el conxuro da queimada.
Dejando atrás Galicia, cruzamos casi toda Asturias para acercarnos a un punto estratégico desde dónde queríamos intentar el pico más alto de Asturias y el más alto de Cantabria. Este punto es el refugio cabaña Veronica, en los Picos de Europa, y reservamos para dormir una noche.
Para llegar a la cabaña Veronica cogimos el teleférico de Fuente Dé a primera hora de la mañana. Desde la estación superior nos acercamos hasta Veronica, donde conocimos al guarda, un portugués llamado Jorge. Este singular refugio es, ni más ni menos, una cúpula metálica procedente de la batería antiaérea de un portaaviones americano. La historia de como llegó hasta los 2325 metros de altitud la podeis leer aquí.
Dejamos los sacos de dormir en el refugio y nos fuimos a intentar la Torre Blanca, que con 2619 metros es el punto más alto de Cantabria. Aunque el desnivel desde Veronica no parece mucho, tan solo 300 metros, el terreno es muy pedregoso, sin camino bien marcado, y tuvimos que ir esquivando numerosos neveros ya que, aún siendo agosto, había todavía mucha nieve.
Tanto fue así, que en el cono final la ruta normal quedaba bloqueada por un nevero y tuvimos que subir por una especie de chimenea que, sin ser difícil, suponía una jugadilla de tipo y no te podías caer. Como el descenso lo tendríamos que hacer por el mismo sitio, o eso pensaba yo, no nos entretuvimos mucho en la cumbre, desde la cual hay unas hermosas vistas.
Desde la cima vimos la parte superior de la ruta normal, la seguimos en descenso, pero nos llevaba al otro lado del nevero que antes ya nos había bloqueado el paso y era muy inclinado. Yo pensaba que quizás desde el otro lado lo veríamos diferente, pero tocaba una pequeña jugada de tipo otra vez. En lugar de volver a subir casi hasta la cumbre, y bajar por la chimenea por la que habíamos subido, hicimos un flanqueo por roca, justo por encima del nevero. Una caída hubiera sido un gran problema, pero fuimos asegurando los pasos y en un momento ya estábamos al otro lado, habiendo superado las complicaciones.
Lo que a priori tenía que haber sido una excursión fácil, había requerido un par de momentos algo críticos, y es que en Picos hay que ir preparado para todo.
De vuelta en el refugio, estuvimos hablando con Jorge, que resultó ser un personaje singular igual que el refugio, y cuando le preguntamos sobre el Torre Cerredo, punto más alto de Asturias, nos dijo que desde allí estaba muy mal debido a la gran acumulación de nieve todavía presente en la cara norte, y que teníamos que haber ido por el refugio del Naranjo.
Así las cosas, disfrutamos de una tarde espectacular en aquel sitio tan especial, íbamos a ser los únicos durmiendo en la cúpula, obviamente además del guarda, y nos quitamos de la cabeza intentar el Torre Cerredo. Tendría que ser en otra ocasión.
A la mañana siguiente, la vista desde la litera de la cúpula era simplemente bestial, con un día radiante y un mar de nubes al fondo del valle. Como teníamos todo el día para bajar hasta la furgo, Jorge nos recomendó una ruta muy chula, yendo por una itinerario muy poco transitado hasta el refugio de Collado Jermoso, y desde allí retroceder un poco y descender hasta Fuente Dé.
Jorge tenía razón, la excursión fue preciosa, y una de las cosas que para mi la hizo muy especial, fue que desde Collado Jermoso hay una vista espectacular de la Torre del Friero, que unos años atrás había ascendido junto a Ramón y su colega Toño, por la Canal Estrecha. En su momento, en el 2013, le pedí permiso a un chico para usar una foto suya de la Torre del Friero hecha en invierno justo desde Collado Jermoso, pero yo ignoraba desde dónde la había hecho.
Al final, el día se nos hizo un poco largo, incluso nos llovió un poco durante el último descenso, y cuando llegamos a la furgo estábamos hechos polvo!
Dejando Asturias atrás, nos metimos de lleno en el País Vasco. Aquí también intentaríamos subir a su punto más alto.
Muy diferente a Picos, en Guipúzcoa encontramos el macizo de Aitzkorri, donde el Aitzuri, con 1551 metros de altitud, se alza como el techo del País Vasco.
El inicio de su ascensión se toma justo detrás del gran complejo de Nuestra Señora de Arantzazu. Nosotros, como de costumbre, partimos bastante pronto. Fuimos bastante solitarios durante un buen rato, pero era fin de semana y pronto empezaron a salir vascos por todos los sitios, y es que a los vascos les gusta mucho salir al monte.
Cual fue nuestra sorpresa cuando, contrario a lo que imaginábamos, la mayoría de la gente no subía al Aitzuri, que como he dicho es el más alto, sino que iban al Aitzgorri, un pico algo más bajo, con ermita y refugio, que antiguamente se consideraba el más alto y sigue siendo el más emblemático y objetivo de muchos montañeros. Nosotros, además de hacer estos dos, también hicimos el Aketegi, que queda entre ellos, para luego ya bajar y poco a poco llegar hasta Arantzazu, donde volvimos a pasar la noche en la Gespeta.
Siguiendo nuestro periplo hacia el Este, después de haber hecho el Camino de Santiago Portugués, y las cimas mencionadas en Galicia, Cantabria y País Vasco, nos pasamos por el parque natural de las Bárdenas Reales, principalmente para acabar de llenar la furgo de polvo recorriendo unas cuantas pistas, y conseguir la foto que alguna vez habíamos dicho que nos haría gracia tener. Simplemente, una foto con la Gespeta delante del cabezo denominado Castildetierra.
Una vez conseguida la foto, cosa que no es fácil debido a la cantidad de vehículos que paran al lado del cabezo, pusimos rumbo a Fiscal, donde estaban los padres de Gigi y descansamos un par de días antes de volver a Barcelona.
Menudo veranito más resultón!
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