27 jul 2010

Los Infiernos


Aprovechando mis últimos tres días de vacaciones y que por la zona de Panticosa la previsión era de anticiclón decidimos cargar la furgo y lanzarnos a hacer los picos del Infierno. Si sonaba la flauta, intentaríamos hacer el Arnales, que es el único tres mil que me queda por hoyar en esa zona.

El plan era hacer una aproximación hasta los Ibones Azules para al día siguiente atacar los Infiernos, continuar por la cresta hasta el Arnales, y regresar por el mismo camino.

El viaje de ida lo tomamos con tranquilidad ya que había que sincronizar una paradita para comer y haciendo el café ver el final de etapa del Tourmalet del Tour de France. Qué grande es Contador! Como todavía teníamos tiempo aprovechamos para visitar Huesca ya que habíamos pasado un montón de veces y nunca antes habías parado.

Al llegar a Biescas vimos unos relámpagos y no titubeamos para decidir que nos quedábamos a dormir en el parking donde normalmente montan el mercadillo, especialmente después de ver que había un par de autocaravanas ya instaladas.

Al día siguiente, un poco de turisteo por Sallent de Gállego, que aunque no queda de camino es un pueblecito en un entorno precioso, comprobamos la previsión del tiempo y hacia Panticosa.

Como eran los últimos días de Julio estaba bastante vacío, o quizá la gente ya sabe lo feo que es el complejo y han dejado de ir. Aparcamos cerquita del refugio de Piedra, comimos, preparamos los armarios y para arriba que nos fuimos. Ah, no! antes de dejar el balneario pasamos al lado de un tipo con aspecto de boxeador o similar que estaba haciendo pesas junto a su furgoneta, una Ducato corta y elevada totalmente camperizada. Como justo en ese momento acababa una serie y dejaba las pesas en el suelo, le pregunté por su furgoneta, esperando que me dijera 'y a ti que te importa como tengo montada la furgoneta?'.

La realidad fue que Isma, que así se llama este coleguita, es un tío majísimo que nos enseño y explicó cada detalle de la camperización, ya que lo había hecho todo él con ayuda de algún amigo. Total, que habíamos caminado 100 metros y ya habíamos hecho una paradita de 20 minutos, pero valió la pena. Desde aquí le deseo a Isma que le dure mucho la furgo y que pueda seguir viviendo y viajando en ella muchos meses más (ya llevaba seis).

En cuanto dejas el balneario atrás el escenario cambia completamente. Aunque ya lo había hecho, disfruté muchísimo del camino hasta los ibones. Hice tantas fotos que dos de ellas, las primeras de este post, parecen del juego ¿Dónde está Wally?. En este caso Wally es Lara, a ver si la encontrais!

Al llegar al ibón Azul inferior, donde en el mapa marca una cabaña metálica que además no hace muchos años yo había visto con mis propios ojos, resulta que hay una losa de hormigón. Por suerte llevábamos nuestra tiendecita pequeña y la plantamos en un vivac increiblemente guapo de más o menos un metro de altura.

Dormimos de miedo, salimos tempranito y sólo cuando llegamos al collado del Infierno nos alcanzó un tipo, que iba a toda mecha para arriba y nos dijo que había salido de Panticosa a las 5 de la mañana. Qué estrés! pensé yo.

Cuando llegamos al primer Infierno este tipo ya bajaba así que nos quedamos solos contemplando la bonita y horizontal cresta que hay hasta el Infierno Oriental.

Para allá nos fuimos. Hicimos un descansito y decidimos dejar los piolets y crampones e ir a mirar la brecha entre este último Infierno y el Arnales.

El día era fantástico, pero Lara no iba muy fina anímicamente. Llegamos a la brecha, al lado contrario vimos la repisa por donde en teoría hay que pasar. Incluso montamos el rápel y yo bajé hasta el fondo de la brecha. Yo lo veía posible, pero Lara no, así que decidimos abandonar la idea. Lo que sí que vimos es que el Arnales se puede atacar perfectamente viniendo desde el collado de Pondiellos, así que cuando le toque al Arnales muy probablemente vayamos por ese flanco.

Volvimos al Infierno Central, donde ahora ya había bastante gente. Estaba aquello tan entretenido que decidimos comer allí y la verdad es que nos quedamos un buen rato.

La bajada fue bastante laboriosa, ya que coincidimos con una parejita que se salían del camino peligrosamente y además él no funcionaba muy bien por ese terreno. Le ví sufriendo tanto que le di un par de consejillos por donde ir y como moverse, cosa que me agradecieron ambos muchísimo. Eso sí, cuando llegamos al collado del Infierno y se acabaron las dificultades solo aguantamos unos 10 minutos a su ritmo. Tendrían merienda familiar?

Al llegar al ibón, donde habíamos escondido la tienda, sacos, etc. también nos apalancamos. Hacía un día tan sumamente magnífico que no queríamos salir de allí. Pero había que bajar.

Llegamos a la furgo bastante tarde, en Biescas nos comimos una pizza enorme y decidimos volver a casa esa misma noche.

Sí, sí, parece que durante la bajada conecté bastante bien con esta marmota. Normalmente no dejan que te acerques tanto, pero ésta se enrolló y me permitió hacerle un pequeño reportaje.

22 jul 2010

Cèllecs y Banyadores


Aprovechando que las zonas de escalada del Maresme están cerca de la playa, un par de días combinamos el visitar alguna zona con un chapuzón en el mar.

En Cèllecs, después de tantear una vía que parece más dura de lo que marca la reseña, además de tener un pie de vía extremadamente incómodo, nos vamos a hacer Tobogán (un IV al que le parecen dar V de adherencia) y después nos peleamos con Mini crack (V+ que algunos ponen mas cercano a un 6a de adherencia). Curiosa roca, que te obliga a tomar confianza en agarres pequeños y exprimir adherencia, tanto de pies como de manos.

En Banyadores lo hicimos al revés, primero playa y cuando baja el sol nos fuimos al sector Clàsic de esta zona.

Hacemos L'abella (5b) y La Tia Pepa (4c), que Lara se lanza a subir de primera. Volveremos, ya que escalar en este tipo de roca ayuda muchísimo en el aspecto de la adherencia, y la combinación de playa y escalada estos dos días ha sido un triunfo.


17 jul 2010

Las Palestras


Tras la paliza que nos dimos en el Bachimala, y la que le dimos (moral) a los holandeses en la final de la World Cup, nos fuimos con Miguel y su colega Alex a hacer una vieta a una zona de Cerler llamada Las Palestras.

Lara estaba semi-lesionada con un pequeño tirón, y como el plan era estar abajo a la hora de comer, nos fuimos a hacer una vía de tres largos que no recuerdo como se llama, ya que Alex llevaba la reseña en su móvil y tampoco la he encontrado por Internet.

Totalmente equipada, con los dos primeros largos a la sombrita, un segundo largo muy chulo, y un tercero que aunque fácil tenía su ambiente y Lara se lanzó de primera.

Mientras tanto, Alex y Miguel se fueron a hacer la vía De Punta a Punta, y durante un buen rato les pudimos ver desde nuestra vía.

A la hora de comer habíamos bajado todos, pero a comer nunca llegamos porque nos paramos en Benasque a hacer unos Martinis.

Por cierto, Miguel, si te mola la foto y quieres la original dame un toque!

Lo curioso es que el día anterior habíamos subido con las bicis en la furgo para hacer, desde aquí, un tremendo descenso en BTT hasta Castejón de Sos. En esa ocasión éramos Miguel, Roberto, Lara y yo.

Como flipé, porque nunca los había usado, con los pedales automáticos de la bici que me dejó Miguel y las zapatillas que me dejó su colega Joseba.

15 jul 2010

Los Russell


Sin tenerlas todas, ya que Lara tenía un tirón desde la anterior aventura, nos fuimos a probar suerte con los Russell, en el valle de Vallibierna. Yo los había intentado hace bastantes años, pero cuando llegué al primer pico ni siquiera se veía el segundo debido a la niebla.

A las 3 de la tarde cogimos el bus en el Plan de Senarta ya que en temporada alta no parece ser posible subir con vehículo particular, y creo que de no ser un 4x4 tampoco debe ser muy recomendable hacer los 10kms hasta el final de la pista.

Tranquilamente y disfrutando del paisaje seguimos el bien definido sendero que tras una subida final nos dejaba en el ibón inferior de Llosas. Allí encontramos un vivac fantástico, no había nadie, y tras unos minutos de descanso plantamos la tienda.

Al día siguiente nos levantamos muy temprano. Nuestra intención era ir hasta el final del valle y remontar toda la cresta hacía el Norte, para después de hacer los diferentes tresmiles, bajar por la Gran Cornisa, que es la ruta normal de los Russell. Sabíamos que el recorrido se podía acortar, ya que tres de los picos requieren ir y volver por el mismo camino, pero incluso antes de llegar a la cresta tuvimos que parar porque el tirón de Lara no le dejaba continuar, o al menos no sin dolor. Había que tomar una decisión.

Dado que habíamos subido bastante y había posibilidad de ir a buscar la Gran Cornisa desde donde estábamos, acordamos que yo iría a hacer los dos picos principales y Lara bajaría hasta el ibón inferior de Llosas.

Por suerte solo le pasé a Lara la cuerda y algo de material, y me quedé con el piolet y los camprones, ya que tuve que cruzar un nevero bastante considerable, que llegaba justo hasta el punto donde empieza la Gran Cornisa, la cual me costó bastante intuir ya que va de izquierda a derecha y yo venía desde el Este.

La Gran Cornisa no tiene ningún tipo de dificultad, simplemente hay que usar las manos en algún punto, y fácilmente se llega a la cima del Russell Occidental.

Esta vez si que se ví el pico Oriental perfectamente, y como no, la cresta que separa los dos picos. El día era magnífico y la visibilidad perfecta. Dejé la mochila en el pico Occidental y tuve unos 20 minutos de disfrute por una cresta chulísima, aunque con un primer tramo bastante descompuesto.

Una vez en el pico Oriental y conociendo el camino de retorno me quedé un buen rato, admirando las vistas hacia el Aneto. Fue un momento Milka, pero como sólo llevaba una barrita de cereales con chocolate, pues eso, momento barrita.

La vuelta al pico Occidental y el descenso hasta el ibón, donde encontré a Lara tomando el solete, fue rapidísima, ya que no tuve que parar a poner y quitar crampones para pasar por el nevero. La bajada hasta el Puente de Coronas lo tomamos con calma, parando al lado del río para comer e incluso echar una siestecita, ya que hasta las 4 no salía el autocar.

Guapa excursión, aunque para Lara fue un poco precipitada. De todos modos tendremos que volver, pero quizá por la vertiente oriental, y hacer el recorrido completo.

12 jul 2010

Cresta Punta Ledormeur - Picos de la Pez


Hace un par de veranos dejamos inacabada la cresta que va desde la Punta del Sabre hasta los Picos de la Pez, pasando por el Bachimala. El motivo no fue otro que un pequeño ataque de pánico al ver la travesía que teníamos que hacer por la cara Norte del Bachimala hasta retomar la cresta justo antes de la Punta Ledormeur.

Desde la cima del Bachimala nos desplazamos unos metros hacia el Sur y, tal y como indican las descripciones de la ruta que habíamos visto, bajamos hacia el Norte por un canchal de piedras donde incluso vimos hasta tres hitos. Después del tercer hito empecé a bajar en diagonal hacia la cresta por terreno muy descompuesto. Lara esperaba a ver si yo daba el visto bueno, pero al comprobar que no se podía asegurar la travesia, y que debajo había un cortado que caía limpiamente más de 100 metros, decidí que lo dejaríamos para otro día.

Aunque alguna persona me ha asegurado que se puede hacer, cosa que no discuto, este verano decidimos hacer una aproximación hasta los ibones de Bachimala, desde allí entrar a la cresta justo antes de la Punta Ledormeur y continuar coronando tres miles. Lo que nuestro colega Miguel no sabía cuando decidió apuntarse es que tanto la aproximación como el descenso iban a ser bastante exigentes, diría yo que más que la cresta en sí, y tendría que tener bastante paciencia con nosotros. Claro que yo tampoco lo sabía!

El error que cometimos fue que, en lugar de subir hacia la señal de Viadós desde el Vado de Bachimala para después flanquear hacia la izquierda hacia los ibones, continuamos por el fondo del valle hacia el Puerto de la Pez y tomamos un camino, marcado en un croquis de Luís Alejos, que sube totalmente a saco por el margen izquierdo del torrente que baja de los ibones. Íbamos siguiendo hitos y aplicando la lógica por terreno muy empinado, lleno de rododendros, que hacían la progresión bastante penosa. Incluso nos encontramos una reseña plastificada en un punto bastante alto, justo por debajo de una sección con un pasito donde incluso tuvimos que sacar la cuerda para subir los mochilotes y atárnosla a la cintura. Tras ver que las dificultades se habían quedado atrás y algo antes de llegar a los ibones decidimos montar tiendas en un pequeño vivac.

Al día siguiente nos pusimos en marcha temprano. La cresta estaba completamente tapada por nubes bajas pero el día fue mejorando hasta acabar despejado. Tanto para acceder a la cresta como para el descenso tuvimos que usar los crampones y el piolet, ya que este año los neveros están aguantando más tiempo de lo normal.

La cresta desde la Punta Ledormeur hasta el Pico Abeillé no presenta ninguna dificultad. Es cuando gira hacia los Picos de La Pez que se pone algo complicada, aunque nunca en exceso. Creo que sólo sacamos la cuerda para atárnosla a la cintura en un corto destrepe.

Al volver a las tiendas, y como nos habíamos quedado por debajo de los ibones, nos dió pereza volver a subir para coger el sendero que flanqueando nos llevaría hasta el camino que va desde el Vado de Bachimala hasta la señal de Viadós. El resultado fue un descenso por libre con un destrepe delicado que con el mochilote a cuestas y después de todo el día danzando, a Lara se le atragantó un poco. Menos mal que Miguel es un tío paciente y durante la cenita en San Juan de Plan celebrábamos que, dentro de lo penoso que habían sido tanto la aproximación como parte del descenso, todo había salido bien. Además, con el Pico de la Pez yo hacía mi tres mil número 100, cosa que celebraríamos al día siguiente comiendo unas pizzas durante la final de la Copa del Mundo de Fútbol, que la Roja se llevó al agua!!!