Mostrando entradas con la etiqueta peregrinaje. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta peregrinaje. Mostrar todas las entradas

8 ago 2024

El Camino de Invierno

El plan inicial para el verano era otro muy diferente: con la furgo, salir del país, varias semanas... pero se torcieron los planes por motivos que no vienen a cuento y al final únicamente pudimos escaparnos diez o doce días.

Aunque la predicción del tiempo era de ola de calor, teníamos pendiente el Camino de Invierno de cuando hicimos la Transhispania, así que desenpolvamos las bicis, las echamos a la furgo, y nos pusimos en camino. Una cosa que sí que hicimos como preparación, fue ponerle a las bicis unos mouse antipinchazos Armour de la casa Tannus. Nunca sabremos si por llevar los mouse, o porque no tocaba, pero en este camino no tuvimos ni un solo pinchazo, y lo que es mejor, tuvimos una paz mental total con ese tema.

Como el Camino de Invierno empieza en Ponferrada y acaba en Santiago, el plan era conducir hasta Santiago, dejar la furgo allí, y volver hasta Ponferrada con las bicis en tren. De este modo, y como ya hicimos con el Camino Portugués, cuando llegáramos a Santiago, tendríamos la furgo allí.

Así pues, y como nos venía de paso, de camino hicimos parada en la estación de Renfe de Burgos con la intención de comprar los billetes. Allí nos explicaron que nos olvidáramos de ir con las bicis en el tren, ya que hay un tramo en obras desde hace varios años y ese tramo hay que hacerlo en bus. Esto complicaba nuestra logística, y teníamos que tomar una decisión, porque quedaban muy pocas plazas para ir de Santiago a Ponferrada, incluso yendo sin las bicicletas.

La decisión fue comprar los billetes, acercarnos a Ponferrada para buscar algún sitio donde dejar las bicis, conducir hasta Santiago, y volver a Ponferrada en tren y recogerlas para iniciar el Camino. Íbamos pensando en preguntar en algún bar, taller, o incluso a algún particular, pero fuimos directamente al albergue de San Nicolás, dónde los hospitaleros entendieron perfectamente la situación y se ofrecieron a guardarlas sin ningún problema. Super majos, y problema resuelto!

Habiendo dejado las bicis en Ponferrada, fuimos directos al albergue San Lázaro de Santiago, dejamos la furgoneta por las inmediaciones, saludamos a nuestro ya conocido hospitalero favorito, Isaac, y al día siguiente cogimos el tren hacia Ponferrada, con transbordos tren-bus y bus-tren incluidos. Un corto paseo desde la estación de tren de Ponferrada hasta el alberque, y en unas cinco horas habíamos deshecho lo que durante la siguiente semana íbamos a recorrer en bici.

Como supongo que sabréis, el famosísimo Camino Francés pasa por Ponferrada, por lo cual el albergue de San Nicolás estaba bastante lleno. Ahora bien, a la mañana siguiente, después de prepararse para iniciar la jornada, todos los peregrinos iban saliendo en una dirección, mientras que nosotros nos íbamos en otra, a buscar el mojón que veis en la primera foto, justo donde empieza el Camino de Invierno.

Creo que durante los primeros dos días no vimos ningún peregrino, tampoco bicigrinos. Éste debe ser uno de los caminos más solitarios, y aunque eso tiene una relación directa en el número de servicios que vas encontrando, de una manera u otra fuimos completando las diferentes etapas. Recuerdo, por ejemplo, que en Puente de Domingo Flórez tienen habilitado una zona de albergue, pero aún no tienen completado el tema de las camas, y unas colchonetas que tienen, las estaban usando unos niños que estaban de campamentos. El alcalde, super atento, nos dejó una llave para que pudiéramos dormir en el vestíbulo del ayuntamiento. Como siempre llevamos media esterilla para estos casos de emergéncia, dormimos de lujo.

El recorrido lo teníamos planeado hacer en cinco días, pero es más exigente de lo que nos pareció en un principio, por lo que acabamos invirtiendo siete días. Fueron unos 265 kilómetros, y casi 3000 metros de desnivel positivo, teniendo en la Ermita do Faro su punto más alto, con 1153 metros.

Después de unos primeros dos o tres días de muchísimo calor, el resto de días fue una auténtica gozada desde el punto de vista de la temperatura. Además, cogimos algo de niebla, sobre todo durante la subida al monte Faro, pero no nos llovió ningún día.

Los pueblitos de León y Galicia, como siempre, preciosos, la gente que nos íbamos encontrando, muy amables, y el recorrido es de lo más interesante, ya que este camino parece ser que se usaba ya por los romanos en época invernal para evitar las cumbres nevadas de O Cebreiro. El Camino de Invierno, además, atraviesa las cuatro provincias gallegas, y con ello la Ribera Sacra, recorriendo parte del curso de los rios Sil y Miño, tierra de los vinos albariño y godello. Qué buenos que estan!

Desde el punto de vista de la ciclabilidad, el camino es duro en su primera parte, al menos así lo recuerdo, y en particular algunas rampas de arenilla subiendo el monte Faro. Exceptuando esas rampas, el resto es perfectamente ciclable, y nosotros no somos nada técnicos yendo en BTT. Como todos los caminos que hemos hecho, super recomendable, sobre todo si no quieres coincidir con muchos peregrinos y bicigrinos.

Si quieres ver más fotos, échale un vistazo a este álbum de Google Photos.

9 sept 2022

El Camino de Fanny

Hace unos años, Fanny me comentó que quería hacer el Camino de Santiago. Fanny es la mujer de mi padre, y aunque está jubilada, nunca es fácil coincidir con tiempo libre para hacer una actividad de varios días. Cuando yo podía, ella no, y viceversa. Este año, mi hermana Krola también quería ir a hacerlo, así que habíamos planeado que ellas dos irian caminando, y yo iría con mi padre en la furgo siguiéndolas y haciendo de apoyo.

Al final a mi hermana se le torcieron las cosas, la Fanny se iba a quedar sin su Camino este año, y como yo había bloqueado los días, le propuse ir y hacerlo ella y yo solos.

Fanny no tardó en decir que sí. Además, a mi padre y a Krola les parecía bien el plan. Así que en cuestión de horas me hice la mochila y me fuí con la furgo a Valbona (Teruel) a recoger a Fanny.

La mochila de Fanny fue más complicada de montar, ya que aún le faltaban cosas, incluida la credencial, que obviamente yo tampoco tenía porque en principio no iba a hacer el Camino. De esta manera, con lo mínimo, nos fuímos con la furgo hacia Sarria, que sería nuestro punto de partida. De camino, dormimos en una área de caravanas bastante chula en Hontoria del Pinar (Soria), y por la mañana hicimos una parada técnica en el Decathlon de Burgos para pillar una toalla/gamuza y un jersey algo técnico para Fanny.

Hacia las 3 de la tarde llegábamos a Sarria. Un poco más tarde de lo que yo quería, pero enseguida hicimos el check-in en el albergue municipal, compramos las credenciales, aparcamos la furgoneta en un buen sitio para dejarla una semana, y nos fuimos a comer. Todo iba saliendo según mi plan mental, y al día siguiente saldríamos a hacer la primera etapa. Fanny estaba algo nerviosa, pero había estado entrenando y venía fuerte, tanto física como mentalmente.

Del Camino, como ya es costumbre, no explicaré gran cosa, ya que es algo que cada uno vive de manera diferente. Tuvimos tres días con calor al mediodía, y el último día con algo de lluvia. Fanny sufrió algo de los pies a partir del tercer día, debido a que llevaba unas zapatillas que le venían algo justas. Queda claro que una cosa es hacer salidas cortas para domar un calzado, y otra diferente hacer 20 o 30 kilómetros cada día, día sí y día también. Al final el último día lo hizo en sandalias y calcetines, al más puro estilo germano. Pero como muchos dicen, no pain, no glory, o lo que es lo mismo, sin pena no hay gloria.

Hemos conocido y coincidido con gente muy entrañable, tanto gente mayor, como de mediana edad, y muchos jóvenes. En mi caso, he encontrado curioso el ir caminando, ya que todos los Caminos que he hecho he ido en bici, así que he podido ver las cosas desde el punto de visto de los peregrinos, y entiendo mejor como ven a los bicigrinos.

Todas los días, que al final han sido cinco días y 114 kilómetros, dormimos en los albergues municipales, y el último día volví a ver a nuestro queridísimo Issac en el albergue de Santiago. Fanny llevó su mochila todos los días, y aunque al principio le costaba un poco ponérsela y ajustarla, al final se sentía desnuda sin ella. Ha sido una auténtica peregrina, y en el viaje de vuelta ya estaba maquinando cuando hará, y cual será, su próximo Camino.

Buen Camino, Fanny!

















23 jul 2022

Transhispania, un Camino de Caminos

Thanshispania, o el Camino de Caminos, es como hemos llamado a la ruta que habíamos preparado para este verano. Bueno, en realidad hace tres o cuatro años que se empezó a gestar, cuando Gigi cuestionaba si podríamos hacer un Camino de Santiago saliendo desde casa. Estuvimos mirando los caminos existentes, y acabamos trazando una ruta, que primero por motivos relacionados con la pandemia, y el verano pasado por una lesión de rodilla, no habíamos podido intentar hasta este año.

Nuestra idea era ir desde el Cap de Creus en Girona, hasta el cabo de Fisterra en A Coruña, conectando Caminos de Santiago, y a ser posible evitando el Francés, que yo ya había hecho. En ningún momento esperábamos acabarlo de un tirón, ya que salen unos 1600 o 1700 kilómetros, sin embargo tanto las bicis, como nosotros, hemos respondido bien, y hemos pedaleado (o empujado o cargado la bici!) el siguiente itinerario:

Camí Gironí, desde Port de la Selva hasta Montserrat. Al Cap de Creus no nos dejaron pasar, aunque por teléfono nos habían dicho que sí, debido a restricciones por peligro de incendio, así que empezamos subiendo un pequeño puerto para pasar de Cadaqués al Port de la Selva. Para el segmento entre Girona y Vic seguimos la opción de los pantanos.
Camí Català, desde Montserrat, cogiendo el ramal que va por el Monasterio de San Juan de la Peña, hasta Santa Cilia.
Camino Aragonés, desde Santa Cilia hasta Monreal. Una vez en Monreal, hicimos unos 20 kilómetros hasta Pamplona para conectar con nuestro siguiente camino.
Camino de las Asturias, desde Pamplona hasta Miranda de Ebro, pasando por Vitoria. A este tramo en algunos sitios ya le llaman el Ramal Pamplonés del Camino Olvidado.
Ramal Pamplonés del Camino Olvidado, desde Miranda de Ebro, y después de mucha investigación, este segmento no señalizado lo hicimos pasando por Sobrón, Trespaderne, Pesquera de Ebro y Polientes, para finalmente llegar a Aguilar de Campoo.
Camino Olvidado, desde Aguilar de Campoo hasta Ponferrada.
Camino Francés, desde Ponferrada hasta Santiago de Compostela. Inicialmente habíamos planeado hacer el Camino de Invierno, pero aquí íbamos algo cortos de días y decidimos tirar por el Francés y dejar el de Invierno para otra ocasión.
Epílogo a Fisterra, desde Santiago hasta el pueblo de Fisterra y su faro.

Han sido 32 días, con uno de descanso en Santiago antes de salir para Fisterra, en los que nos hemos encontrado de todo. Algunos días hemos pedaleado a más de 40 grados por Cataluña y Aragón bajo la ola de calor de finales de julio, otros hemos estado bajo cero en la montaña Palentina a 1700 metros de altitud. Durante muchos días no nos encontramos a ningún peregrino ni bicigrino, mientras que en algunos segmentos hemos compartido ratos muy divertidos con algunos de ellos.

Siempre que hemos podido, hemos dormido en albergue, pero hay zonas donde no existen, o están cerrados, y aquí hemos tenido que buscar alternativas que van desde un hostal, hasta plantar el sobretoldo de tienda en un bancal, pasando por ir a un camping o dormir en una caseta de piedra en medio del campo. Y siguiendo con nuestra filosofía, hemos cargado siempre con todo nuestro material, y hemos seguido la señalización del Camino siempre que ha sido posible.

No hubiéramos sido capaces de completar este Camino de Caminos sin la ayuda y paciencia de todos los hospitaleros de los albergues que hemos pisado, los propietarios y camareros de los bares, tiendecitas y supermercados donde nos hemos ido avituallando, y como no, algunas tiendas de bicis que nos han ayudado a mantener nuestras monturas rodando. Hemos hecho un máster sobre arreglar y evitar pinchazos. Además, tuvimos la oportunidad de pasar un buen rato en Santa Cilia con la madre de Gigi y sus tias, Maite, Margarita y Conchi, y más adelante en Miranda de Ebro con Albert y Vane.

Un viaje muy guapo, con tiempo para reflexionar sobre la vida, y disfrutar de todo lo que nos rodea.

Gigi, qué será lo próximo?

Si quieres ver más fotos, échale un vistazo a este álbum de Google Photos.

23 jul 2018

Camino de Santiago Portugués Central en bici

Justo un año después de hacer el Camino Primitivo, nos aventuramos a hacer el Camino Portugués. Esta vez, y siguiendo una buena idea que nos dio Isaac, llevamos las bicis en nuestra furgo hasta Santiago. Dejamos la furgo aparcada al lado del albergue, y así cuando acabáramos, tendríamos nuestra querida Gespeta lista para continuar unos días disfrutando del norte.

Para hacer el Camino Portugués hay varias opciones. Hay quien comienza en Porto, hay quien hace la variante de la costa, hay quien se desvía para visitar Fátima, y seguramente me dejo alguna otra variación. Nosotros intentamos averiguar cual es el camino considerado como el más oficial, por llamarlo de alguna manera, y parece ser que es el que se denomina el Camino Portugués Central, así que esa ruta es la que seguimos, saliendo de la catedral de Lisboa, y recorriendo unos 630 kilómetros hasta Santiago.

Os parecerá que hay demasiadas fotos, y que algunas son un tanto extrañas. Cierto, pero detrás de cada una de ellas hay una pequeña historia, y para Gigi y yo tienen un sentido especial.

Una vez aparcada la furgo en Santiago, cargamos los trastos en las bicis y nos fuimos a la estación de autobuses. Allí preparamos las bicis para el autobús. Ya le estamos pillando el truco, y lo hacemos bastante rápido.

En unas 6 o 7 horas ya estábamos en Lisboa, donde nos quedamos dos noches en un hostal muy guapo y céntrico, que nos permitió visitar la ciudad durante todo un día, y además estaba bastante cercano a la catedral, que sería nuestro punto de partida cuando empezáramos a pedalear.

Nos encantó Lisboa, y aunque obviamente en un día no se puede ver todo, creo que visitamos los puntos más típicos de la ciudad.

Y por fin, después de semanas investigando y preparándonos un poco, llegó la hora de empezar nuestro camino. Habíamos leído que en las primeras jornadas la señalización era muy pobre. También habíamos leído que la salida de Lisboa era horrible, incluso peligrosa, y era preferible coger un tren para evitar los primeros 40 o 50 kilómetros.

Sinceramente, me alegro de haber hecho caso omiso a esas advertencias. Nosotros salimos bien temprano, una mañana de un jueves laborable de julio, callejeando por el barrio de Alfama de Lisboa primero, y resiguiendo el Tajo después, con una señalización correctísima, y sin el más mínimo problema.

El camino, como siempre, lo vive cada uno de manera diferente. El Camino Portugués, además, permite conocer una cultura a la que no estamos acostumbrados, y unas gentes que son de lo más amable y acogedoras. La religión está muy presente en Portugal, y como la red de albergues no es ni mucho menos como la que tenemos en los caminos españoles, algunos días acabamos en centros de caridad, e incluso atendimos una misa!

Los primeros días del recorrido son prácticamente llanos, y se van acumulando los kilómetros rápidamente pasando por bonitos pueblos y cruzando parajes llenos de elementos típicamente portugueses, como los tractores, las furgonetas pick-up antiquísimas, fachadas embaldosadas y llenas de desconchados, y pavimento empedrado.

Más adelante el terreno se vuelve algo montañoso, y en alguna jornada había subidas importantes, que fuimos negociando con paciencia y siempre disfrutando. Incluso cuando en la televisión anunciaron la entrada de una ola de calor excepcional, nos lo tomamos como otro reto más, que al final de cada día le daba más valor a lo que estábamos haciendo. Durante esos días con tantísimo calor tuvimos que adaptarnos y planear las jornadas cuidadosamente.

Por ejemplo, un día recuerdo que nos poníamos en marcha a las 3 de la mañana. Dos o tres días fuimos mojando la camiseta de manga corta en cada fuente que veíamos y, sin escurrirla, nos la poníamos, para así soportar mejor el calor. Incluso mojábamos y nos poníamos sobre los hombros la toalla, para así mantener la humedad durante más tiempo.

Otro día, llegamos a un albergue y no nos dejaron entrar porque íbamos en bicicleta. La primera vez que me pasa esto después de haber hecho cuatro caminos. De todos modos, desde el parque donde dormimos haciendo un bivouac veíamos a la gente del albergue que no podía ni estar dentro debido al calor. Así que todas nuestras estrategias funcionaron bien, y a pesar del tremendo calor creo que mantuvimos el ritmo de etapas que habíamos planeado.

Tras la ola de calor tuvimos unos días muy guapos, ya que nos acercábamos a la frontera, indudablemente habíamos pasado lo más exigente, y disfrutamos cada kilómetro como si fuera el último.

Hay bicigrinos que hacen este camino en 8 o 9 días, sí, pero los hemos visto in situ y pasan por los sitios como una exhalación.

Es una manera de hacerlo respetable, pero muy alejada de nuestra filosofía.

Nosotros invertimos 13 días para cubrir los aproximadamente 630 kilómetros entre Lisboa y Santiago, y escalar los 7500 metros de desnivel positivo del recorrido.

Esa diferencia de días nos permite parar, parar, e ir parando, para visitar lugares que nos parecen interesantes, para hacer fotos, para tomar una Sagres y charlar con los locales, para aminorar la marcha hasta velocidad peatonal y hablar con los peregrinos que van a pie, para mirar atrás y ver de donde venimos...

Dicho esto, quizás el último día nos excedimos un poco. Nos quedamos a dormir en un albergue muy cercano ya a Santiago. Sobre las 9 de la mañana estábamos entrando a Santiago, pero solo llegamos a la plaza del Obradoiro sobre la 1 de la tarde. Y que pasó, os preguntareis.

Pues resulta que el Camino Portugués pasa por delante mismo de la Pulpería Fuentes, que el año anterior habíamos visitado porque nos la habían recomendado y habíamos comido un pulpo a feira y un pastel de queso que quitaban el sentio. Así que preguntamos si ya tenían pulpo. Nos dijeron que hacia las 10, y decidimos esperar mientras nos tomábamos algo.

Al final, después de una a dos raciones de pulpo, no recuerdo, y el correspondiente pastel de queso, acabamos incluso tomando el típico café de puchero, aliñado con orujo, y salimos de allí rumbo al centro de Santiago, casi haciendo eses sobre la bici.

Tras las fotos de rigor delante de la catedral, fuimos a la oficina del peregrino a ver si había mucha cola. Había un poco, pero por suerte se movía rápido, así que decidimos esperar y así conseguir la compostela del tirón.

Con la compostela en la mano, podíamos ir hacia el albergue, donde veríamos a Isaac, y nos esperaba nuestra furgo, pero teníamos ganas de seguir saboreando lo conseguido. Total que después de una rápida deliberación, volvimos a una taberna que ya habíamos visitado también un año antes, y nos tomamos algún que otro Ribeiro, mientras observábamos el ir y venir de peregrinos y turistas. Y cuando por fin decidimos ir al albergue, 200 metros antes de llegar, vimos un bar donde hacían menú. Nos miramos Gigi y yo, y no hizo falta que dijéramos nada. En definitiva, habíamos entrado a Santiago a las 9 de la mañana, y llegábamos al albergue sobre las 4 de la tarde, con una sonrisa de oreja a oreja.

Buen camino!