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15 mar 2014

Canal central al Gran Encantat

El finde pasado un colega me enseñaba un libro que le habían regalado, No me preguntes como pasa el tiempo.

Yo tampoco lo se, pero lo que sí se es que hace casi un mes desde que fuí con Nuri, Marta, Jordi y Ramón a intentar la Canal central al Gran Encantat (2748m).

Mis fotos salieron algo regular, asi que mis agradecimientos a los compis, que me han dejado incluir algunas de las suyas.

Al salir de Barcelona ya pasó algo que quizá era una señal de que todo nos iba a costar algo más de tiempo y esfuerzo de lo que esperábamos. Esa tarde, la A2 estuvo cortada durante varias horas debido a un grave accidente, por lo que tuvimos que ir hasta nuestro destino, Espot, por una ruta alternativa.

El segundo contratiempo fue que al llegar a Espot encontramos un cartel diciendo que la carretera que sube hacia el Estany de Sant Maurici estaba cortada por nieve y hielo. Esto significaba añadir una hora más a la aproximación al refugio Ernest Mallafré, y obviamente otra hora al día siguiente cuando bajáramos.

Pero no acabó aquí la cosa, no. Al llegar al lago, casi a medianoche, nos liamos y acabamos dando tumbos por el bosque, con nieve por encima de la rodilla en algunos tramos y empapándonos las zapatillas, hasta que al final encontramos el refugio. Entre pitos y flautas creo que eran las 2am cuando empezamos a planchar la oreja, y a las 5 tocaba movilizarse!

La aproximación hasta la canal es corta, más a menos una hora. Hay mucha nieve, pero queda algo de huella que aprovechamos lo más que podemos. Al llegar al resalte de hielo, que Jordi se dió de primero, nos encordamos. Pero tras el resalte, la canal es una rampa de inclinación asequible y con mucha nieve hasta el collado entre los dos Encantats, por lo que decidimos ir desencordados.

En el collado hacemos una paradita, picamos algo y nos encordamos otra vez. Jordi y Marta tiran delante. Ramón, Nuri y yo les seguimos. Mientrastanto, vemos en las profundidades de la canal como una pareja sigue nuestras huellas. Intuimos que con buena huella, abierta por cinco personas, progresarán rápido y nos alcanzarán.

Desde el collado hasta la cumbre son unos tres largos de cuerda. La primera travesía, que en algún sitio había leído como expuesta, la hacemos fácilmente. Es más arriba, dada la cantidad de nieve blanda, donde Ramón y Jordi hacen un tremendo trabajo, especialemente en el último largo.

En la cumbre nos estamos un buen rato. Saboreando el sol, las vistas, y unos bien merecidos bocatas. Pero no nos podemos colgar mucho porque el descenso es largo. De hecho tras hacer dos rápeles por la cara sur para llegar a la cresta que en teoría nos llevaría al collado dels Encantats, que no es el collado entre el Petit y el Gran Encantat, yo ví buena continuidad para bajar por una canal, sin embargo más tarde vimos que aunque la cresta era de dudosa solidez, teníamos que haberla seguido y haber bajado por la siguiente canal, que sí que sería la canal dels Encantats.

El caso es que descendímos mucho y rápidamente, pero la canal se estrechaba y encontramos un rápel montado. Era obvio que nos habíamos equivocado, pero no éramos los primeros en hacerlo. A ese primer rápel le siguió un segundo, de un cordino de 7mm lazado en un puente de roca, y un tercer y último rápel, que ya nos dejó en el fondo del valle. El manejo de las cuerdas fue vital para que no se engancharan en ningún sitio. Se habían acabado las dificultades, al menos las técnicas!

Bastante cansados ya, pero por terreno asequible, bordeamos la base del Gran Encantat hasta que anocheciendo llegamos al refugio, donde comimos algo a la vez que nos preparábamos el mochilón. Llevábamos un montón de horas funcionando, y a mi la idea de ir con el mochilón a la espalda durante dos horas se me hacía otra montaña.

Cual zombie, fuí bajando, hasta que finalmente, a eso de las 9 de la noche, llegamos a los vehículos. Que tremendo placer quitarse las botas después de unas 15 horas de actividad!

Nos fuimos pitando a un apartahotel que habíamos reservado, cenamos algo, duchita, y directos a dormir.

Al día siguiente nos reunimos para almorzar en un bar, y cual fue nuestra sorpresa cuando dos chicos, al entrar y vernos, nos preguntaron si éramos los que íbamos delante de ellos subiendo al Gran Encantat. Sí, éramos nosotros! Nos dieron las gracias por la huella, y confesaron que aunque uno de ellos conocía el terreno, habían decidido bajar por la misma canal que nosotros!

Unos tres dias estuve yo hasta que las piernas se me recuperaron. Menudo palizón, pero dicen que sarna con gusto no pica, y el disfrute de haber hecho esta ascensión en tan grata compañía sobrepasa de largo los ratillos en los que iba como Michael Jackson en Thriller: zombie!

11 may 2013

Canal Estrecha a la Torre del Friero

Ahora que el frontal de la Doris está limpio de mosquitos aniquilados después de 1600kms de viaje, por fin me puedo poner a explicaros como nos fué en esta salida relámpago a los Picos de Europa.

Hace unas semanas Ramón me propuso ir a intentar la canal Estrecha a la Torre del Friero. Él y su colega Toño hacía tiempo que tenían en mente hacerla. Yo ni siquiera había oído hablar de esta montaña, pero después de ver alguna reseña, y que se trataba de la que probablemente sea la canal más larga de España, se me abrieron los ojos como platos.

Intentamos encontrar un compañero de cordada, pero a ninguno de los que preguntamos le cuadraba venir. Dos cordadas de dos hubiera sido lo ideal, pero nos tuvimos que adaptar a hacer cordada de tres.

Mientrastanto, íbamos concretando qué fin de semana subir a Picos, siguiendo la meteo, e intentando averiguar si la canal estaba en condiciones. Tuvimos que postponer el intento una semana, ya que el fin de semana que habíamos escogido, aún siendo primeros de Mayo, decidió caer alrededor de un metro de nieve, lo cual dejó la montaña con un alto riesgo de avalancha y la canal en malas condiciones. Sin embargo el siguiente finde parecía que todos los astros iban lentamente alineándose.

Nos cogimos el viernes libre. A través de email habíamos planeado el viaje, y también habíamos acordado qué material llevaría cada uno, para que no sobrara, pero sobre todo que no nos faltara de nada. La montaña estaba en condiciones, y la previsión del tiempo era buena en la zona. ¡Nos íbamos!

Yo iba un poco tocado, ya que el día antes me levanté con dolor de garganta. Inmediatamente pensé que me estaba saliendo el mismo resfriado que Lara había pasado unos dias antes. Eché un blister de paracetamol a la mochila, y decidí que al menor síntoma me tomaría uno. Por suerte sólo me tuve que tomar dos o tres durante todo el fin de semana. Como si el cuerpo fuera benévolo conmigo, aguantó unos días y sólo al volver a casa se desencadenó el resfriado.

El viaje de ida salió bordado. Como un reloj suizo, Ramón apareció por casa en su scooter con el mochilote a sus espaldas. Nos subimos a la Doris y salimos rumbo a Zaragoza, donde también llegamos a la hora prevista. En la estación de Delicias nos encontramos con Toño. Yo no conocía a Toño, con quien Ramón había estado haciendo montaña en los Andes peruanos el año pasado, pero en poco tiempo lo cosí a preguntas y me puse al día. ¡Curiosamente tengo el doble de edad que él!

Relevándonos para conducir, fuimos haciendo millas. Paramos a comer un menú, a media tarde, en un pueblito donde nos pusieron un potaje que estaba buenísimo, aunque para mi gusto se habían pasado bastante con el picante. Llegamos a Cordiñanes, nuestro destino, después de atravesar un puerto de montaña y comprobar que la aproximación hasta el vivac la haríamos con niebla.

Desde la parte alta del pueblo sale una pista que nos lleva al inicio del camino, el cual sube y se acerca a un murallón de roca. Cuando parece que el camino no puede continuar, empezamos a ver que algunas secciones del camino están excavadas en la roca, y poco a poco sortea el murallón y nos coloca en el valle que baja de la vega de Asotín. Atravesamos un hayedo, que debido a la niebla y la humedad está precioso, y en menos de dos horas llegamos a una extensa explanada, la vega de Asotín, donde hay un excepcional vivac para pasar la noche.

El plan era despertarnos a las tres, así que picamos algo y bien prontito nos pusimos a dormir, Toño y yo en la pequeña tienda de dos que subimos, y Ramón fuera. Estaba tan cansado que me dormí inmediatamente, y ni siquiera me enteré de un gran estruendo que Ramón y Toño oyeron a eso de las 11, posiblemente una avalancha o desprendimiento de piedras.

Al despertarnos, la niebla es incluso más espesa que cuando nos fuimos a dormir. Sólo vemos unos 4 o 5 metros delante nuestro. Mientras desayunamos algo debatimos la estrategia para llegar a la entrada de la canal, que sabemos está cerca, pero que a la derecha tiene otra canal bastante más amplia que debemos evitar. Brújula en mano, y dando algunos tumbos, nos colocamos sobre lo que parece la escupidera de una canal. Decidimos parar para encordarnos y ponernos los crampones, es negra noche y la niebla sigue igual de espesa.

Por suerte, mientras progresamos unos metros hacia la entrada de lo que creemos que es nuestro objetivo, se abre mínimamente la niebla, y nos deja entrever la entrada de la canal. Rápidamente concluimos que estamos en la que no es, ya que la entrada no se intuye tan angosta como la entrada a la canal Estrecha que hemos visto en alguna foto. Nos toca descender un poco y hacer un claro flanqueo a la izquierda, lo cual supone perder algo de tiempo, pero por otra parte significa que vamos por el buen camino, cosa que corroboramos cuando vemos las luces de unos frontales que suben por el valle y rápidamente se acercan hacia nosotros. No íbamos a estar solos.

La entrada a la canal es simplemente espectacular. Tiene unos paredones completamente verticales a cada lado, y con la niebla te da la sensación de estar entrando en un mundo mágico, de ciencia ficción.

A medida que vamos adentrándonos en la canal, la nieve está mejor, más compacta para progresar, hasta que a la altura de lo que se supone que es el primer resalte, las condiciones son óptimas. Este primer resalte está totalmente cubierto de nieve, sin embargo el resto de los resaltes no lo están, y en dos o tres de ellos nos tenemos que concentrar y aplicar bastante para superarlos. De todos modos, alguna cordada que vemos y que han hecho la canal con anterioridad, nos explican que estamos encontrando los resaltes en buenas condiciones, y que cuando no hay tanta nieve/hielo, los resaltes son considerablemente más largos.

Estando dentro de la canal, donde no hay pérdida porque los paredones laterales y la nieve/hielo nos muestran el camino, el hecho de que haya niebla nos parece prácticamente insignificante. Sin embargo a medida que va amaneciendo y empezamos a dejar la niebla por debajo, las impresionantes vistas nos obligan a ir mirando constantemente hacia abajo, hacia arriba, hacia el horizonte que tenemos a nuestras espaldas. Es un auténtico espectáculo.

El tramo intermedio de la canal, para aligerar la marcha y porque es perfectamente factible, lo hacemos desencordados, y en el punto donde la canal gira claramente a la izquierda hacemos una parada técnica (barrita, agua, más fotos). Desde aquí y hasta el hombro, donde acaba la canal, vamos a ir encontrando las dificultades, que vamos superando tan limpiamente como podemos.

Los resaltes son variados. Alguno requiere hacer varios pasos sobre una rampa más o menos inclinada de roca algo descompuesta. Otro tiene algún paso en roca donde yo incluso me quité los guantes para usar un par de fisuras.

Lo más común es un bloque de dimensiones considerables empotrado en medio de la canal, lo cual genera una capa de hielo por encima del bloque y un vacio por debajo. Este vacio hace dificil encontrar buenos puntos donde colocar los pies, y aquí es donde encontramos las mayores dificultades. Personalmente, yo noté el hecho de que nunca he afilado mis piolets, y para una actividad de este nivel tenía que haberlos puesto a punto. ¡Lección aprendida!

Una de las atracciones más esperadas de la canal está casi al final, donde un gran bloque empotrado deja un hueco tan amplio debajo suyo que se puede pasar por él, y a veces deja formado un túnel de hielo. Las fotos que he visto de este túnel son bestiales, pero nosotros encontramos el agujero completamente tapado, por lo que no tuvimos más remedio que sortear el bloque por la derecha. Una pequeñísima decepción comparada con la euforia que iba en aumento a medida que nos íbamos acercando al hombro.

Unas seis horas después de entrar en la canal, poníamos el pie plano en el hombro, donde durante unos minutos estuvimos debatiendo si hacer los 200 metros de desnivel que quedaban hasta la cumbre del Friero, o nos lanzábamos hacia abajo. Tanto debatimos, que nos dió tiempo a hacer fotos de celebración y a comer un par de bocatas.

Yo tenía casi decidido renunciar a la cumbre, ya que me había hecho una imagen mental de esos 200 metros de desnivel hasta cumbre como unas rampas inclinadas donde un resbalón significa un tobogán seguido de un vuelo hasta donde habíamos dormido 1000 metros más abajo.

Algunos dirán que exagero, pero después de subir y bajar esas rampas, y en la condición que estaba la nieve, que no era del todo mala pero tampoco permitía colocar nada, me quedó clarísimo que fue ahí donde ese día me jugué el tipo, y no en la canal propiamente dicha. De todos modos, con paciencia y total concentración, vale muchísimo la pena hollar la cima de la Torre del Friero.

Una vez de vuelta en el hombro, la bajada hacía la vega de Asotín es rapidísima, a no ser que te cueles como nos pasó a nosotros.

Lo que hicimos, a falta de ver hitos de ningún tipo, fue ir bordeando la base del Friero, pero cuando nos hallábamos unos 300 metros de desnivel por encima de la explanada donde dormimos, vimos que por ese flanco no podríamos bajar.

Tuvimos que deshacer nuestros pasos y entonces dirigirnos claramente hacia el punto más alto en el que nos pudiéramos colocar en la vega de Asotín. Allí encontramos un par de rápeles (cintas alrededor de grandes bloques), y escogimos usar el que suponía el rápel más corto, que fué de unos 8 o 10 metros como máximo.

Ahora sí, ya habían acabado las dificultades, y en unos minutos estábamos en el vivac, donde nos relajamos un buen rato mientras montábamos de nuevo nuestros mochilotes.

La vuelta hasta Cordiñanes creo que nos costó a los tres bastante esfuerzo, ya que el día había sido largo y, al menos a mi, no me quedaban muchas energias para cargar con el mochilón, pero no había opción. A una hora más que decente llegamos a la furgo, nos adecentamos un poco, y nos lanzamos de cabeza a Posada de Valdeón en busca de algún sitio para cenar y celebrar nuestra triunfada.

Y vaya si lo encontramos... se llama El Desván, y es obvio que lo recomiendo. Cenamos super bien, y con un vinito de la tierra buenísimo.

Bien cenados, aparcamos la Doris a orillas del lago que hay junto al pueblo y allí mismo dormimos.

A la mañana siguiente nos despertaron los pajarillos, y más o menos tal y como habíamos hecho el viaje de ida, hicimos el de vuelta. Digo más o menos porque en un control rutinario la guardia civil me puso no una sino dos multas. Una por ir con mis gafas de sol modelo Bono de U2 y no llevar las gafas de ver tal y como indica mi carnet de conducir (¡después de 28 años me han pillado!) y la otra por que el vendedor de la furgo todavía no me ha pasado los papeles y el provisional estaba caducado.

El tema fotos se ha ido un poco de madre. Éramos tres, los tres llevábamos cámara de fotos, y entre los tres hemos hecho exactamente 207 fotos. He hecho dos crivas, pero llegó un punto en el que decidí parar de filtrar. Así, las fotos de los tres estan todas mezcladas, pero mostradas cronológicamente en el post, a excepción de la primera. La primera foto, que muestra la cara norte de la Torre del Friero en todo su esplendor, la encontré en el foro www.foropicos.net y su autor me ha dado permiso para usarla. Quería incluir una foto donde se viera bien la cara norte del Friero y la canal Estrecha, y ésta de Pedro Yubero Rivas es sin duda de las mejores, si no la mejor.

Pues eso... canal Estrecha a la Torre del Friero (2445m), D+, máximo 70º, IV+, 1000 metros de desnivel. Todo esto variará dependiendo de las condiciones.

¡Un verdadero flipe de ascensión y en compañía excepcional. Gracias Toño, gracias Ramón!

7 abr 2013

Canal Estreta al Gra de Fajol Petit

Una de estas primaveras me gustaría subir al Perdido por la cara Norte. Al Roger le atrae la idea, pero nunca ha hecho ninguna ascensión en nieve y/o hielo con crampones y piolets. Así, decidimos ir a la zona de Vallter 2000 y hacer alguna canal facilita.

Nuestros colegas de Sector Aventura, Nuri y Ramón, nos propusieron ir precisamente a Vallter hace apenas un par de semanas, pero tanto Roger como yo teníamos otros planes.

Esta zona del Pirineo está tan cerca de Barcelona y es tan chula que no entiendo por qué hacía tanto tiempo que no la visitaba.

Salimos de una soleada Barcelona el sábado por la tarde y en poco más de dos horas nos encontrábamos a más de 1500 metros de altitud, en medio de una tormenta de nieve, con ráfagas de viento de 80 km/h, poniéndole las cadenas a la Doris porque la carretera estaba peligrosamente helada, y es que estábamos a 5 grados bajo cero!

Era imposible llegar a los aparcamientos superiores, así que paramos donde buenamente pudimos para pasar la noche.

A las tres o las cuatro de la mañana empezó a pasar el quitanieves, y mas tarde el día amaneció espléndido. Estábamos confusos, ya que no teníamos claro hasta que punto habíamos llegado la noche anterior, pero incluso el viento había amainado, por lo que no había excusas y teníamos que decidir que canal íbamos a hacer.

Entre una cosa y otra se nos hizo algo tarde y, aunque habíamos pensado en la canal del Princep, al final nos lanzamos hacia la canal Estreta. Más técnica, pero considerada la clásica de la cara Norte del Gra de Fajol Petit (2563m), con una aproximación extremadamente obvia y rápida. La canal tiene 220m, una pendiente de 45/50 grados, con un máximo de 60 grados, y 3 resaltes de III/IV, que nosotros encontramos tapados y eran resaltes de hielo.

Antes de llegar al refugio de Ull de Ter nos cruzamos con un trio, que nos dicen que la montaña está en unas condiciones pésimas y ellos no quieren morir hoy. Nosotros seguimos, como si no hubiéramos oido nada, y unos minutos mas tarde desde el refugio vemos un par de cordadas en la canal. Cuando llegamos al cono de entrada ya estaba limpia. Paramos para calzarnos los crampones y sacar el material. Nos encordamos dejando unos 20-25 metros de separación, y empezamos a subir en ensamble.

Donde la canal se estrecha por primera vez encontramos un resalte con hielo, que en condiciones normales es un resalte de roca. Aunque hacía años que no traccionaba con los piolets, me encontré tan cómodo y vi a Roger tan en su salsa y funcionando tan seguro que sin montar reunión ni colocar ningún punto de seguro negocié el resalte. Una gozada!

Seguíamos en ensamble, pero entonces llegué bajo el segundo resalte, también de hielo, y aquí sí, monté una preciosa reunión con dos tornillos de hielo que, después de quitar algo de nieve superficial, entraron a muerte. Con esto pude asegurar al Roger en el primer resalte como la ocasión se merecía (su primer resalte de hielo!)

Visto y no visto, pasó una cordada de un francés y un catalán que iban como motos. Aparte de algunos trozos de hielo que nos tiraron y golpearon nuestros cascos, el adelantamiento no tuvo mas consecuencia.

Aunque con dudas al principio, Roger enseguida se colgó de la reunión de tornillos, deshicimos los bucles de cuerda para usar toda su longitud, y me aseguró durante el siguiente tramo, que consistió en el segundo resalte de hielo ya mencionado, y algunos metros más hasta una reunión montada con dos espits y un parabolt. Entonces entendí que bajo el primer resalte tenía que haber montado una reunión, una reunión que probablemente está montada pero nos quedaba tapada por la nieve.

Roger se dió el segundo resalte como si lo hubiera hecho toda la vida, y aunque iba algo justo de temperatura en los pies (o sea jodidilloo de frio!) debido a que calzaba unas botas bastante ligeras, intentaba disfrutar de los pasajes que nos brindaba la canal.

Continuamos haciendo largos, ahora ya clavando los piolets en la nieve dura como mejor se podía, hasta un tercer resalte de hielo justo al lado de una bonita cueva, donde por pura intuición femenina encontré un clavo en una fisura tapado por la nieve. Ese clavo me dió la tranquilidad necesaria para entrarle a ese tercer resalte, que era algo mas largo que los otros dos, y pronto ví que tenía zonas con poco grosor de hielo, lo cual lo hacía mas interesante. Sin embargo, las sensaciones escalando el hielo seguían siendo buenísimas y hasta me atrevería a decir que, tanto yo como Roger después, lo pasamos clavando las puntas de nuestros crampones y piolets con gran estilo.

La llegada a la arista no fue menos bella que la propia canal, ya que había que sobreponer una pequeña cornisa que daba paso a la vista de toda la parte sur de la montaña. Mientras nos desencordábamos apareció un chico que venía de la Coma del Orri, y muy amablemente nos hizo un par de fotos.

Era algo tarde, las 2:30pm, pero aún tuvimos tiempo de comer un surtido de delicatessen del Mercadona, léase cacahuetes fritos con miel y bocata de jamón serrano (no, esta vez no llevábamos patatas Lays). Habiendo repuesto energías, emprendimos el descenso, que a mi me pareció bastante expuesto, desde el collado de los Fajol.

Al llegar a la furgo por fin pudimos quitarle las cadenas, y en un baretillo de Setcases paramos a celebrar nuestra triunfada, ya que ni mucho menos esperábamos hacer una canal con tanto pasaje de hielo.

Ahora queda esperar a que Roger decida si hay fumata blanca, en unas semanas nos vamos a la Norte del Perdido. Tranquilo Roger, no hay presión!