11 may 2013

Canal Estrecha a la Torre del Friero

Ahora que el frontal de la Doris está limpio de mosquitos aniquilados después de 1600kms de viaje, por fin me puedo poner a explicaros como nos fué en esta salida relámpago a los Picos de Europa.

Hace unas semanas Ramón me propuso ir a intentar la canal Estrecha a la Torre del Friero. Él y su colega Toño hacía tiempo que tenían en mente hacerla. Yo ni siquiera había oído hablar de esta montaña, pero después de ver alguna reseña, y que se trataba de la que probablemente sea la canal más larga de España, se me abrieron los ojos como platos.

Intentamos encontrar un compañero de cordada, pero a ninguno de los que preguntamos le cuadraba venir. Dos cordadas de dos hubiera sido lo ideal, pero nos tuvimos que adaptar a hacer cordada de tres.

Mientrastanto, íbamos concretando qué fin de semana subir a Picos, siguiendo la meteo, e intentando averiguar si la canal estaba en condiciones. Tuvimos que postponer el intento una semana, ya que el fin de semana que habíamos escogido, aún siendo primeros de Mayo, decidió caer alrededor de un metro de nieve, lo cual dejó la montaña con un alto riesgo de avalancha y la canal en malas condiciones. Sin embargo el siguiente finde parecía que todos los astros iban lentamente alineándose.

Nos cogimos el viernes libre. A través de email habíamos planeado el viaje, y también habíamos acordado qué material llevaría cada uno, para que no sobrara, pero sobre todo que no nos faltara de nada. La montaña estaba en condiciones, y la previsión del tiempo era buena en la zona. ¡Nos íbamos!

Yo iba un poco tocado, ya que el día antes me levanté con dolor de garganta. Inmediatamente pensé que me estaba saliendo el mismo resfriado que Lara había pasado unos dias antes. Eché un blister de paracetamol a la mochila, y decidí que al menor síntoma me tomaría uno. Por suerte sólo me tuve que tomar dos o tres durante todo el fin de semana. Como si el cuerpo fuera benévolo conmigo, aguantó unos días y sólo al volver a casa se desencadenó el resfriado.

El viaje de ida salió bordado. Como un reloj suizo, Ramón apareció por casa en su scooter con el mochilote a sus espaldas. Nos subimos a la Doris y salimos rumbo a Zaragoza, donde también llegamos a la hora prevista. En la estación de Delicias nos encontramos con Toño. Yo no conocía a Toño, con quien Ramón había estado haciendo montaña en los Andes peruanos el año pasado, pero en poco tiempo lo cosí a preguntas y me puse al día. ¡Curiosamente tengo el doble de edad que él!

Relevándonos para conducir, fuimos haciendo millas. Paramos a comer un menú, a media tarde, en un pueblito donde nos pusieron un potaje que estaba buenísimo, aunque para mi gusto se habían pasado bastante con el picante. Llegamos a Cordiñanes, nuestro destino, después de atravesar un puerto de montaña y comprobar que la aproximación hasta el vivac la haríamos con niebla.

Desde la parte alta del pueblo sale una pista que nos lleva al inicio del camino, el cual sube y se acerca a un murallón de roca. Cuando parece que el camino no puede continuar, empezamos a ver que algunas secciones del camino están excavadas en la roca, y poco a poco sortea el murallón y nos coloca en el valle que baja de la vega de Asotín. Atravesamos un hayedo, que debido a la niebla y la humedad está precioso, y en menos de dos horas llegamos a una extensa explanada, la vega de Asotín, donde hay un excepcional vivac para pasar la noche.

El plan era despertarnos a las tres, así que picamos algo y bien prontito nos pusimos a dormir, Toño y yo en la pequeña tienda de dos que subimos, y Ramón fuera. Estaba tan cansado que me dormí inmediatamente, y ni siquiera me enteré de un gran estruendo que Ramón y Toño oyeron a eso de las 11, posiblemente una avalancha o desprendimiento de piedras.

Al despertarnos, la niebla es incluso más espesa que cuando nos fuimos a dormir. Sólo vemos unos 4 o 5 metros delante nuestro. Mientras desayunamos algo debatimos la estrategia para llegar a la entrada de la canal, que sabemos está cerca, pero que a la derecha tiene otra canal bastante más amplia que debemos evitar. Brújula en mano, y dando algunos tumbos, nos colocamos sobre lo que parece la escupidera de una canal. Decidimos parar para encordarnos y ponernos los crampones, es negra noche y la niebla sigue igual de espesa.

Por suerte, mientras progresamos unos metros hacia la entrada de lo que creemos que es nuestro objetivo, se abre mínimamente la niebla, y nos deja entrever la entrada de la canal. Rápidamente concluimos que estamos en la que no es, ya que la entrada no se intuye tan angosta como la entrada a la canal Estrecha que hemos visto en alguna foto. Nos toca descender un poco y hacer un claro flanqueo a la izquierda, lo cual supone perder algo de tiempo, pero por otra parte significa que vamos por el buen camino, cosa que corroboramos cuando vemos las luces de unos frontales que suben por el valle y rápidamente se acercan hacia nosotros. No íbamos a estar solos.

La entrada a la canal es simplemente espectacular. Tiene unos paredones completamente verticales a cada lado, y con la niebla te da la sensación de estar entrando en un mundo mágico, de ciencia ficción.

A medida que vamos adentrándonos en la canal, la nieve está mejor, más compacta para progresar, hasta que a la altura de lo que se supone que es el primer resalte, las condiciones son óptimas. Este primer resalte está totalmente cubierto de nieve, sin embargo el resto de los resaltes no lo están, y en dos o tres de ellos nos tenemos que concentrar y aplicar bastante para superarlos. De todos modos, alguna cordada que vemos y que han hecho la canal con anterioridad, nos explican que estamos encontrando los resaltes en buenas condiciones, y que cuando no hay tanta nieve/hielo, los resaltes son considerablemente más largos.

Estando dentro de la canal, donde no hay pérdida porque los paredones laterales y la nieve/hielo nos muestran el camino, el hecho de que haya niebla nos parece prácticamente insignificante. Sin embargo a medida que va amaneciendo y empezamos a dejar la niebla por debajo, las impresionantes vistas nos obligan a ir mirando constantemente hacia abajo, hacia arriba, hacia el horizonte que tenemos a nuestras espaldas. Es un auténtico espectáculo.

El tramo intermedio de la canal, para aligerar la marcha y porque es perfectamente factible, lo hacemos desencordados, y en el punto donde la canal gira claramente a la izquierda hacemos una parada técnica (barrita, agua, más fotos). Desde aquí y hasta el hombro, donde acaba la canal, vamos a ir encontrando las dificultades, que vamos superando tan limpiamente como podemos.

Los resaltes son variados. Alguno requiere hacer varios pasos sobre una rampa más o menos inclinada de roca algo descompuesta. Otro tiene algún paso en roca donde yo incluso me quité los guantes para usar un par de fisuras.

Lo más común es un bloque de dimensiones considerables empotrado en medio de la canal, lo cual genera una capa de hielo por encima del bloque y un vacio por debajo. Este vacio hace dificil encontrar buenos puntos donde colocar los pies, y aquí es donde encontramos las mayores dificultades. Personalmente, yo noté el hecho de que nunca he afilado mis piolets, y para una actividad de este nivel tenía que haberlos puesto a punto. ¡Lección aprendida!

Una de las atracciones más esperadas de la canal está casi al final, donde un gran bloque empotrado deja un hueco tan amplio debajo suyo que se puede pasar por él, y a veces deja formado un túnel de hielo. Las fotos que he visto de este túnel son bestiales, pero nosotros encontramos el agujero completamente tapado, por lo que no tuvimos más remedio que sortear el bloque por la derecha. Una pequeñísima decepción comparada con la euforia que iba en aumento a medida que nos íbamos acercando al hombro.

Unas seis horas después de entrar en la canal, poníamos el pie plano en el hombro, donde durante unos minutos estuvimos debatiendo si hacer los 200 metros de desnivel que quedaban hasta la cumbre del Friero, o nos lanzábamos hacia abajo. Tanto debatimos, que nos dió tiempo a hacer fotos de celebración y a comer un par de bocatas.

Yo tenía casi decidido renunciar a la cumbre, ya que me había hecho una imagen mental de esos 200 metros de desnivel hasta cumbre como unas rampas inclinadas donde un resbalón significa un tobogán seguido de un vuelo hasta donde habíamos dormido 1000 metros más abajo.

Algunos dirán que exagero, pero después de subir y bajar esas rampas, y en la condición que estaba la nieve, que no era del todo mala pero tampoco permitía colocar nada, me quedó clarísimo que fue ahí donde ese día me jugué el tipo, y no en la canal propiamente dicha. De todos modos, con paciencia y total concentración, vale muchísimo la pena hollar la cima de la Torre del Friero.

Una vez de vuelta en el hombro, la bajada hacía la vega de Asotín es rapidísima, a no ser que te cueles como nos pasó a nosotros.

Lo que hicimos, a falta de ver hitos de ningún tipo, fue ir bordeando la base del Friero, pero cuando nos hallábamos unos 300 metros de desnivel por encima de la explanada donde dormimos, vimos que por ese flanco no podríamos bajar.

Tuvimos que deshacer nuestros pasos y entonces dirigirnos claramente hacia el punto más alto en el que nos pudiéramos colocar en la vega de Asotín. Allí encontramos un par de rápeles (cintas alrededor de grandes bloques), y escogimos usar el que suponía el rápel más corto, que fué de unos 8 o 10 metros como máximo.

Ahora sí, ya habían acabado las dificultades, y en unos minutos estábamos en el vivac, donde nos relajamos un buen rato mientras montábamos de nuevo nuestros mochilotes.

La vuelta hasta Cordiñanes creo que nos costó a los tres bastante esfuerzo, ya que el día había sido largo y, al menos a mi, no me quedaban muchas energias para cargar con el mochilón, pero no había opción. A una hora más que decente llegamos a la furgo, nos adecentamos un poco, y nos lanzamos de cabeza a Posada de Valdeón en busca de algún sitio para cenar y celebrar nuestra triunfada.

Y vaya si lo encontramos... se llama El Desván, y es obvio que lo recomiendo. Cenamos super bien, y con un vinito de la tierra buenísimo.

Bien cenados, aparcamos la Doris a orillas del lago que hay junto al pueblo y allí mismo dormimos.

A la mañana siguiente nos despertaron los pajarillos, y más o menos tal y como habíamos hecho el viaje de ida, hicimos el de vuelta. Digo más o menos porque en un control rutinario la guardia civil me puso no una sino dos multas. Una por ir con mis gafas de sol modelo Bono de U2 y no llevar las gafas de ver tal y como indica mi carnet de conducir (¡después de 28 años me han pillado!) y la otra por que el vendedor de la furgo todavía no me ha pasado los papeles y el provisional estaba caducado.

El tema fotos se ha ido un poco de madre. Éramos tres, los tres llevábamos cámara de fotos, y entre los tres hemos hecho exactamente 207 fotos. He hecho dos crivas, pero llegó un punto en el que decidí parar de filtrar. Así, las fotos de los tres estan todas mezcladas, pero mostradas cronológicamente en el post, a excepción de la primera. La primera foto, que muestra la cara norte de la Torre del Friero en todo su esplendor, la encontré en el foro www.foropicos.net y su autor me ha dado permiso para usarla. Quería incluir una foto donde se viera bien la cara norte del Friero y la canal Estrecha, y ésta de Pedro Yubero Rivas es sin duda de las mejores, si no la mejor.

Pues eso... canal Estrecha a la Torre del Friero (2445m), D+, máximo 70º, IV+, 1000 metros de desnivel. Todo esto variará dependiendo de las condiciones.

¡Un verdadero flipe de ascensión y en compañía excepcional. Gracias Toño, gracias Ramón!

5 may 2013

Pic de l'Àliga

Este domingo visitamos una zona nueva para nosotros, muy cerquita de Barcelona, y que nuestros amigos Nuri y Ramón hace pocos dias estuvieron investigando, y es que en la antigua guía Barcelona y alrededores ya sale reseñada.

Se trata de dos sectores en un collado por encima de Sant Andreu de la Barca. Fuimos al sector A, el derecho, que parece ser se llama La Sombra. Le da el sol por la mañana y cuando nos fuimos ya le tocaba la sombra, o sea ideal para las tardes de calor.

Avisados por Ramón, calentamos en una primera via que no hemos vista reseñada pero queda justo a la izquierda de la Qué mal rollo. Después me metí en la Qué mal rollo, a la que le dan IV+. En el segundo parabolt tuve que hacer un reposo, ya que en lugar de tirar recto me decanté hacia la izquierda sobre una gran repisa y luego fuí incapaz de volver a recolocarme. Después de que la hiciera Lara, volví a subirla en top rope, y definitivamente me pareció algo mas dificil que un mero IV+, pero quizá tampoco estaba yo muy inspirado.

Viendo el éxito hasta el momento, y considerando las advertencias de Ramón, al volver a hacer la Qué mal rollo hice una pequeña maniobra y me pasé al descuelgue de la derecha, al que se llega sin problema. Desde este descuelgue hicimos la Fear no fear (6a) y la Noche de luna (6a). Muy duras las dos, la primera con una salida dura y un trocito de placa en la parte superior donde hay que ser muy fino para llegar al buzón final, y la segunda menos técnica pero con unos movimientos al principio muy explosivos.

Al final nos quedamos satisfechos y con las manos hechas polvo. Cuando volvamos ya sabemos que esta es una zona para machacar, no para triunfar. Hoy incluso tengo agujetas! Eso si... amb il.lusió!