1 nov 2013

Oto, La Foradada del Toscar y Fiscal

No dudé ni una milésima en aceptar la invitación de Roger a pasar el fin de semana en la casa que tiene su familia en Fiscal, con el objetivo de descubrir nuevas zonas de escalada.

Roger todavía no puede escalar debido a una fractura de calcáneo, pero la lesión progresa adecuadamente y ya se puede acercar a los pies de via. Gran mérito tiene el ir a una zona de escalada y no poder encordarte, pero tenemos un sin fin de planes para cuando pueda.

Su hermana Gigi, que prácticamente empieza ahora a trepar, sería la que me tendría que aguantar durante casi tres días. Pobrecilla!

El viaje desde Barcelona no tuvo desperdicio. Íbamos Gigi, Roger, sus padres, su perrita Uma y yo en la Ferbotten, una preciosa Volkswagen T3 de los 70. Incluso nos paró la Guardia Civil, afortunadamente sin consecuencias.


La tarde nada más llegar la aprovechamos yendo a Oto, donde hay un pequeño paño de roca arenisca con unos estratos de lo mas curioso. Aquí estuvimos haciendo Los benasqueros (IV+), La cantosa (IV+), El bullarengue (V) y El bosquimano (V), hasta que la noche nos invitó a sacar los frontales para poder volver a la furgo.

Al día siguiente nos acercamos a La Foradada del Toscar. Con una roca fantástica, y prácticamente solos, comenzamos con Fran Zappa y The Clash, ambas de V-. Luego haríamos Cacho pan (V), y tres buenas vías más, sin nombre, de V, V+ y V+.

Casi sin darnos cuenta, entramos en la blue hour. A esta escuela definitivamente habrá que volver porque es una gozada.

Y como la Gigi es incombustible, el domingo por la mañana teníamos un rato y nos acercamos al rocódromo de Fiscal.

Se trata de un muro de hormigón con piedras naturales enganchadas con sika y un tornillo de esos de bricolaje taladrado en medio y taco stándard de plástico en el muro. Algunas presas se mueven y solamente las aguanta el más que dudoso tornillo, así que hay que ir al tanto. Aún así, hicimos las cinco vías que hay montadas y Gigi pudo practicar sus crusaitos.

Guapo finde en una zona preciosa y en fantástica compañía. Espero que en cuanto Roger se pueda calzar unos gatos, volvamos!