El finde pasado un colega me enseñaba un libro que le habían regalado, No me preguntes como pasa el tiempo.
Yo tampoco lo se, pero lo que sí se es que hace casi un mes desde que fuí con Nuri, Marta, Jordi y Ramón a intentar la Canal central al Gran Encantat (2748m).
Mis fotos salieron algo regular, asi que mis agradecimientos a los compis, que me han dejado incluir algunas de las suyas.
Al salir de Barcelona ya pasó algo que quizá era una señal de que todo nos iba a costar algo más de tiempo y esfuerzo de lo que esperábamos. Esa tarde, la A2 estuvo cortada durante varias horas debido a un grave accidente, por lo que tuvimos que ir hasta nuestro destino, Espot, por una ruta alternativa.
El segundo contratiempo fue que al llegar a Espot encontramos un cartel diciendo que la carretera que sube hacia el Estany de Sant Maurici estaba cortada por nieve y hielo. Esto significaba añadir una hora más a la aproximación al refugio Ernest Mallafré, y obviamente otra hora al día siguiente cuando bajáramos.
Pero no acabó aquí la cosa, no. Al llegar al lago, casi a medianoche, nos liamos y acabamos dando tumbos por el bosque, con nieve por encima de la rodilla en algunos tramos y empapándonos las zapatillas, hasta que al final encontramos el refugio. Entre pitos y flautas creo que eran las 2am cuando empezamos a planchar la oreja, y a las 5 tocaba movilizarse!
La aproximación hasta la canal es corta, más a menos una hora. Hay mucha nieve, pero queda algo de huella que aprovechamos lo más que podemos. Al llegar al resalte de hielo, que Jordi se dió de primero, nos encordamos. Pero tras el resalte, la canal es una rampa de inclinación asequible y con mucha nieve hasta el collado entre los dos Encantats, por lo que decidimos ir desencordados.
En el collado hacemos una paradita, picamos algo y nos encordamos otra vez. Jordi y Marta tiran delante. Ramón, Nuri y yo les seguimos. Mientrastanto, vemos en las profundidades de la canal como una pareja sigue nuestras huellas. Intuimos que con buena huella, abierta por cinco personas, progresarán rápido y nos alcanzarán.
Desde el collado hasta la cumbre son unos tres largos de cuerda. La primera travesía, que en algún sitio había leído como expuesta, la hacemos fácilmente. Es más arriba, dada la cantidad de nieve blanda, donde Ramón y Jordi hacen un tremendo trabajo, especialemente en el último largo.
En la cumbre nos estamos un buen rato. Saboreando el sol, las vistas, y unos bien merecidos bocatas. Pero no nos podemos colgar mucho porque el descenso es largo. De hecho tras hacer dos rápeles por la cara sur para llegar a la cresta que en teoría nos llevaría al collado dels Encantats, que no es el collado entre el Petit y el Gran Encantat, yo ví buena continuidad para bajar por una canal, sin embargo más tarde vimos que aunque la cresta era de dudosa solidez, teníamos que haberla seguido y haber bajado por la siguiente canal, que sí que sería la canal dels Encantats.
El caso es que descendímos mucho y rápidamente, pero la canal se estrechaba y encontramos un rápel montado. Era obvio que nos habíamos equivocado, pero no éramos los primeros en hacerlo. A ese primer rápel le siguió un segundo, de un cordino de 7mm lazado en un puente de roca, y un tercer y último rápel, que ya nos dejó en el fondo del valle. El manejo de las cuerdas fue vital para que no se engancharan en ningún sitio. Se habían acabado las dificultades, al menos las técnicas!
Bastante cansados ya, pero por terreno asequible, bordeamos la base del Gran Encantat hasta que anocheciendo llegamos al refugio, donde comimos algo a la vez que nos preparábamos el mochilón. Llevábamos un montón de horas funcionando, y a mi la idea de ir con el mochilón a la espalda durante dos horas se me hacía otra montaña.
Cual zombie, fuí bajando, hasta que finalmente, a eso de las 9 de la noche, llegamos a los vehículos. Que tremendo placer quitarse las botas después de unas 15 horas de actividad!
Nos fuimos pitando a un apartahotel que habíamos reservado, cenamos algo, duchita, y directos a dormir.
Al día siguiente nos reunimos para almorzar en un bar, y cual fue nuestra sorpresa cuando dos chicos, al entrar y vernos, nos preguntaron si éramos los que íbamos delante de ellos subiendo al Gran Encantat. Sí, éramos nosotros! Nos dieron las gracias por la huella, y confesaron que aunque uno de ellos conocía el terreno, habían decidido bajar por la misma canal que nosotros!
Unos tres dias estuve yo hasta que las piernas se me recuperaron. Menudo palizón, pero dicen que sarna con gusto no pica, y el disfrute de haber hecho esta ascensión en tan grata compañía sobrepasa de largo los ratillos en los que iba como Michael Jackson en Thriller: zombie!
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