15 jul 2010

Los Russell


Sin tenerlas todas, ya que Lara tenía un tirón desde la anterior aventura, nos fuimos a probar suerte con los Russell, en el valle de Vallibierna. Yo los había intentado hace bastantes años, pero cuando llegué al primer pico ni siquiera se veía el segundo debido a la niebla.

A las 3 de la tarde cogimos el bus en el Plan de Senarta ya que en temporada alta no parece ser posible subir con vehículo particular, y creo que de no ser un 4x4 tampoco debe ser muy recomendable hacer los 10kms hasta el final de la pista.

Tranquilamente y disfrutando del paisaje seguimos el bien definido sendero que tras una subida final nos dejaba en el ibón inferior de Llosas. Allí encontramos un vivac fantástico, no había nadie, y tras unos minutos de descanso plantamos la tienda.

Al día siguiente nos levantamos muy temprano. Nuestra intención era ir hasta el final del valle y remontar toda la cresta hacía el Norte, para después de hacer los diferentes tresmiles, bajar por la Gran Cornisa, que es la ruta normal de los Russell. Sabíamos que el recorrido se podía acortar, ya que tres de los picos requieren ir y volver por el mismo camino, pero incluso antes de llegar a la cresta tuvimos que parar porque el tirón de Lara no le dejaba continuar, o al menos no sin dolor. Había que tomar una decisión.

Dado que habíamos subido bastante y había posibilidad de ir a buscar la Gran Cornisa desde donde estábamos, acordamos que yo iría a hacer los dos picos principales y Lara bajaría hasta el ibón inferior de Llosas.

Por suerte solo le pasé a Lara la cuerda y algo de material, y me quedé con el piolet y los camprones, ya que tuve que cruzar un nevero bastante considerable, que llegaba justo hasta el punto donde empieza la Gran Cornisa, la cual me costó bastante intuir ya que va de izquierda a derecha y yo venía desde el Este.

La Gran Cornisa no tiene ningún tipo de dificultad, simplemente hay que usar las manos en algún punto, y fácilmente se llega a la cima del Russell Occidental.

Esta vez si que se ví el pico Oriental perfectamente, y como no, la cresta que separa los dos picos. El día era magnífico y la visibilidad perfecta. Dejé la mochila en el pico Occidental y tuve unos 20 minutos de disfrute por una cresta chulísima, aunque con un primer tramo bastante descompuesto.

Una vez en el pico Oriental y conociendo el camino de retorno me quedé un buen rato, admirando las vistas hacia el Aneto. Fue un momento Milka, pero como sólo llevaba una barrita de cereales con chocolate, pues eso, momento barrita.

La vuelta al pico Occidental y el descenso hasta el ibón, donde encontré a Lara tomando el solete, fue rapidísima, ya que no tuve que parar a poner y quitar crampones para pasar por el nevero. La bajada hasta el Puente de Coronas lo tomamos con calma, parando al lado del río para comer e incluso echar una siestecita, ya que hasta las 4 no salía el autocar.

Guapa excursión, aunque para Lara fue un poco precipitada. De todos modos tendremos que volver, pero quizá por la vertiente oriental, y hacer el recorrido completo.

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