
Despues de comer tranquilamente en nuestra tienda/palacete en el camping de Rodellar, decidimos esperar a eso de las 6 de la tarde para ir a hacer esta via Ferrata y así evitar el caloraco que estaba haciendo. El cielo se empezaba a encapotar, bajamos desde el pueblo al barranco y no nos dió tiempo ni de llegar a la surgencia, donde unos metros mas allá comienza la ferrata, que empezó a llover bastante fuerte. Nos refugiamos en una de las numerosas cuevas que hay en el cañón, donde los escaladores de grado ni se inmutan si llueve porque ellos siguen dándole pegues a sus extraplomos. Al cabo de 20 minutos para de llover, nos decimos que hay que aprovechar la ventana y hacer la ferrata zumbando.

Carles y yo vamos parando y haciendo alguna foto, pero a medida que vamos subiendo se ve claramente que el cielo se está poniendo muy negro. La ferrata es muy guapa, con un tramo en particular tremendamente espectacular. Los últimos metros los hacemos a saco, y cuando llegamos arriba nos abrazamos, no nos da tiempo ni de hacer una foto ni de quitarnos los arneses, y empieza a lloviznear.

Al cabo de un par de minutos empieza a granizar bien fuerte, unas piedras del tamaño de aceitunas rellenas de anchoa. Es un tormentón de cuidado. Truenos, viento, agua, mas granizo. Durante un buen rato parece que ha anochecido, pero no son ni las ocho. Después de quizá una media hora larga, afloja. Yo pienso en que tengo todas mis cosas en una zona de la tienda donde el suelo no está unido a las paredes, pienso en la propiedad de la capilaridad y concluyo que todas mis cosas están empapadas. Pero me es igual!


Totalmente recomendable, es divertidísima!

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